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             Salí a respirar

 

             El aire nostálgico de nuestro entorno:

 

 

             las cenefas, eran azules;

 

             las casas,

 

                                  ...eran azules;

 

             y los árboles y las flores

 

                                  ...eran azules.

 

 

             Y tus ojos

 

                                  ...eran azules.

 

             Y tus besos,

 

             tus manos,

 

             tus caricias y tus dedos...

 

                              Todo

 

            –menos nuestro sueño-

                                   ...era de azul                                     

                                                                                                                                              Autor: José Santiago

 

 

 * Poema extraído del libro HURGANDO SILENCIOS * Página 84 * ISBN.: 84-607-2805-6 * Autor: José Santiago

...IMAGINA

     

        Vengo a nacer en Almuñécar. El mar está presente en mi retina.

Tengo ojos ...y veo. Mi abuelo está ciego. Mi hermana empieza a perder vista. Me escondo bajo la mesa, juego con ella a la gallinita ciega; aún me encuentra.

 

Mi madre me lleva a la escuela. ¡Qué bien huele a lápiz en clase!

Tan sólo con cinco vocales se construyen todas las palabras. Qué parecidas son las  consonantes; a la eme, por si las moscas, le  pongo cuatro o cinco patitas para no confundirla con la ene.

 

A la profesora del parvulario creo que no le he caído bien. Me ha humillado intentando condenarme a la diferencia.  Me aguanto, ¿qué otra cosa puedo hacer?

Aún tengo algún amigo. En la orilla compruebo que mi padre me observa pensativo, preocupado. Me recuerda que  somos  pobres.

 

El humo de la fragua cae como nieve de minero sobre  mi rostro. El hierro toma múltiples formas de las manos del Cíclope pero, ya no es necesario. Ha llovido y tronado bastante, incluso ha granizado  levemente. Hasta alguna que otra margarita se deshizo para que no se le viera el rostro.

 

Entre versos, el verso no es nada inútil. Y aunque  llegase el calendario a cristalizar una mirada ya harapienta y no tenga ni bocado que llevarme a la boca: abriré algún libro casi al azahar ("Estos días azules y este sol de la infancia") y no me sentiré solo ni lejos de los fantasmas  de don Quijote.

Luis Rosales y José Santiago

 

Foto realizada por la Musa del poeta josé santiago  en la casa del académico y premio Cervantes

Luis Rosales

 * Madrid * Década finales de los ochenta *Intensas e inolvidables tardes de tertulias

* Todos los DEREHOS RESERVADOS *

 

LUIS ROSALES

EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

Por José Santiago

 

 

CARTA A UN AMIGO, en el centenario de su nacimiento

CARTA A UN AMIGO: LUIS ROSALES
 EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO
 GRANADA:    31 MAYO 1910,
Por José Santiago

http://josesantiago1.es.tl/EN-EL-CENTENARIO-DE-LUIS-ROSALES.htm

 

 

El día 26 de Abril hizo dieciocho años que decidiste ausentarte para residir en  La  Casa Encendida. Ya llevabas cierto tiempo divagando CON PASO TERRENAL, CON PASO LENTO, nadie mejor que tú supo azulear donde acaba el mundo empieza el mar. Siempre CON EL VAHO PALPITANTE QUE SE PIERDE en busca del verso preciso que, diluyéndose sólo con la muerte, como un golpe de mar que el hombre inmola o donde un cuerpo se convierte en niebla sobre el prado, nos impregnas más de azul... al ritmo que el sol camina como un hombre bueno que con el sueño en los ojos se levanta.

         

  Aún era ABRIL, y aún te quedaba dolor; ese dolor conmovido y callado que tienen los puertos y las manos de los locos. Aún era ABRIL, y sin temblor, humanamente solo, donde nace el silencio hasta el mar de tus ojos, sin medida de tiempo CUANDO LA TARDE SE ACABA... Sabías que vendría, sigilosa, sin despertarte del sueño. Pero aún no era tarde PARA ESCRIBIR TU SILENCIO SOBRE EL AGUA. No era tarde, no; y en tu casa de la calle Vallehermoso, Maestro de Musas, con voz de cristal y llanto te me desnudaste entre las rejas que volaban por tus ojos: COMO EL NÁUFRAGO METÓDICO QUE CONTASE LAS OLAS QUE LE BASTAN MORIR, / y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores, / hasta la última / hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente / así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño, / sabiendo que jamás me he equivocado en nada, / sino en las cosas que yo más quería.

        

  Aún me pregunto: ¿...Tanto corazón cómo podía caber en el pecho? Cuando se le olvidaba andar le decías "VEN CONMIGO" y ella te seguía como la ola va detras de la ola regalándole palabras que iban haciendo el mar, poquito a poco.
Y te imaginabas y me enseñaste un mundo donde la vida sigue viviendo al inicio de una despedida. Qué el hombre vuelve, que el ser regresa en tardes como éstas donde el silencio me trae de nuevo tu voz. Pero... te has ido...
¡No!, sin ti el mar de mis palabras naufragaría  aunque eres tú, casi a tientas, quien abre la puerta de mi estantería sumiéndose tu rostro, como en el recuerdo, más allá de tus arqueadas cejas donde tu mirada queda y en la palabra, vive, el verbo de todo lo vivo. Porque se lo dijiste y me lo perpetuaste: hay algo que no acaba al recordarlo.

        

  Hoy, te vuelvo a añorar y tiemblo, tu letra menuda me ha evocado tu nombre; PORQUE TODO ES IGUAL, TÚ LO SABES, he cerrado la puerta con el mismo gesto con que se tira un día y, al entrar he sentido la extrañeza de tus pasos que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegara, y encendí la luz para volver a comprobar que todas las cosas están exactamente colocadas como estarán dentro de un año... y he mirado tus libros como miran los árboles sus hojas, y me he sentido solo porque todo es igual y tú lo sabes, porque la muerte no interrumpe nada... hasta que nadie viva con los ojos cerrados, hasta que nadie duerma.

        

  Rosales, te escribo embriagándome con tus palabras, y tú lo sabes. Porque archivo en mi cajita negra sola, no sólo sílabas fónicas que nos harian más próximos. La llave perdida se resiste, pero guardo en mí, periódicos atrasados con fotos de inocencia que muchos ignoraron. He recogido trozos de espuma para la madera que duele donde estás sentado para siempre..., y el rumor de brisa, como el barquito en la botella de cristal que compartía con tus amigos en LA CASA ENCENDIDA, ...lo guardaré para siempre.
                                    Gracias, LUIS ROSALES, por haber nacido.
                                                           Tu siempre amigo,
                                                               José Santiago

Gabriel Celaya y José Santiago

 

Foto realizada en la casa del Premio Nacional de las Letras  Gabriel Celalya por la Musa del poeta

José Santiago * Madrid * Década finales de los ochenta *Intensas e inolvidables tardes compartidas

* Todos los DEREHOS RESERVADOS *

Síntesis:

Breve recorrido por la vida y obra del poeta, donde el autor del presente trabajo: José Santiago... muestra su desacuerdo ante la pasividad institucional de los responsables que no velan por la dignidad de quienes vienen enriqueciendo nuestra vida cultural, en este caso... la poesía de Gabriel Celaya.

 

 

 

                                       BIOGRAFÍA
                   (De la Higa de Arbigorriya)


 

No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

 

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.

 

¿Le parece a usted, correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

 

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.

 

  

 

                                                                         Suficiente ojear  el poema (Biografía)  de Celaya,  para  sentir los fríos  que impedían la simple conjugación del infinitivo verbo vivir en torno a su persona. La decisión no se vislumbraba nada fácil. Era necesario respirar. Lo sabía. Comprendía que el cielo es azul y  no era sólo suyo; que con  mirada doliente  se  alteran  tonalidades pero no la del otro, la del verdadero color colectivo. La decisión parecía más urgente e irremediable, casi escalofriante. Vivía como un burgués, sí; parecía tenerlo todo y siempre había sido un señorito, también; pero su corazón, como pez tembloroso ante la complejidad del inmenso Cero, estaba ya fuera del agua. Mayor  imposible para encontrar  sentido a la vida. Recluido y desesperado en la inmensa soledad casi de suicidio, no puede evitarlo, insiste: “No hago más que salir, comprar libros. Escribir, eso sí, lo hago más que nunca. Pero no se me ocurre publicar”  (“Lo que faltaba de Gabriel Celaya!”, Angel Vivas, AnjanaEdiciones,Madrid, 1982, pág. 35).

    

      De nuevo parece resurgir la enfermedad misteriosa de la infancia. “Yo creo que era un pretexto para no ir a la fábrica; un psiquiatra me diría eso,  que era un pretexto , que era una fiebre provocada. Yo tenía fiebre de verdad, pero no tenía nada. Era todo de origen psíquico.  Hasta el bendito día en que conocí a esta mujer” (Pág. 35).  Se refiere a Amparo Gastón, el ocho de octubre de 1946: “Yo iba a la fábrica por la calle Miracruz, y me paré en el escaparte de una librería. Me acuerdo que había una columnita de espejos, y a través de los espejos vi a esta mademoiselle, que estaba a mi lado, mirando libros. Y empecé a decir mentiras, y a preguntarle por libros. Mentiras, lo que a mi me interesaba era otra cosa, je, je”   (Pág. 35).                                                                              

    

      Al parecer fue un flechazo. Colabora en un periódico de San Sebastián y, a Amparitxu, después de unos meses le propone: “yo estaba harto de la fábrica y estaba deseando dejarla. Entonces le hice una proposición disparatada. Ella trabajaba de enfermera con un dentista y le propuse fundar una colección de poesía. Yo nunca había publicado poesía, pero... ¡nada!, Compramos un piso, ¡...un piso!; era una habitación, dos habitaciones pequeñitas y allí nos metimos. Escribía yo y ella me pasaba a máquina las cosas. Y allí publicamos los primeros libros”. Gabriel Celaya empieza a sentirse a sí mismo. Ya no puede más con tantos sin sabores.  No le importa que se indignen una familia ni la otra. Está decidido. Va a romper con todo.  Le importa un pito, jolín, dejar de ser un señorito para convertirse  en   “ingeniero de palabras y versos”.
    

       Rafael Gabriel Múgica Celaya, ya había escrito Tentativas, libro que no se publica hasta 1946, “Adán”, Madrid; y  publicó Marea de silencio, como: Rafael Múgica, “itxaropena”, Zarauz, en 1935. Con La Soledad Cerrada, obtuvo el Premio del Centenario de Bécquer, en el 1936, antes del comienzo de la guerra civil española -libro  no publicado hasta, seguida de Vuelo Perdido, en la editorial “Norte”  en 1947 firmando como Rafael Múgica-.  En Tranquilamente hablando, “Norte”, 1947; (firma con el heterónimo: Juan de Leceta).
    

En la Colección de Poesía “Norte”, en una vieja buhardilla del casco viejo de San Sebastián, publicó textos a Camilo José Cela, Miguel Labordeta, Ricardo Molina, Victoriano Cremer, Leopoldo de Luis, Germán Bleiberg..., además de sus propias obras. Traduce y difunde poemas de Rainer Maria Rilke: “cincuenta Poemas Franceses”, “Norte”, San Sebastián, 1947; William Blake: “El libro de Urizen”, “Norte”, San Sebastián, 1947; Jean Arthur Rimbaud: “Una temporada en el infierno”, “Norte”, San Sebastián, 1947(realizándose tres ediciones más en los años 1969, 72 y 1979 en la Ed. Visor, Madrid); y a Paul Eluard: “Quince Poemas”, “Doña Endrina”, Guadalajara, 1954.
      
       Durante la Guerra civil, Rafael Múgica, salva la vida gracias al Gobernador de San Sebastián, quien  en breve se convertiría en su suegro. Durante una desorientada década a partir del término de la guerra donde muchos de sus amigos habían muerto, otros se exiliaron, las desavenencias conyugales... Celaya no puede evitar la máscara que oculta a un hombre frustrado:  “Odiaba la sociedad en la que vivía, la fábrica en que trabajaba y la familia que le atenazaba: un verdadero neurótico que, cuando yo le conocí, acaba de salir a la calle después de tres meses de encierro y de renuncia a todo”,  señala   Amparo Gastón en el Prólogo del libro  Poesía Hoy de Gabriel Celaya, Espasa Calpe, 1981, pág. 13.  “Tenía que acabar con su vida doble de ingeniero y poeta,  burgués y revolucionario,  hombre acomodado y aventurero, porque esa falsedad estaba destruyendo su interior. Entonces él me propuso como primer paso hacia la liberación que fundáramos una pequeña Colección de poesía a la que llamamos “Norte” . cit. pág. 14.  

 

Entre la Editorial, el poeta que  se va con la hija de un obrero: Amparitxu, las presiones familiares, la deshonra, la vergüenza de contar con un poeta en casa, toda la ciudad que se puso en contra de la nueva relación...

 “Dejé todo. Dejé el puesto de ingeniero, dejé la fábrica... Verde, ¡me pusieron verde! Cogimos la maleta y la gabardina y nos vinimos los dos a Madrid”.

 

En el año  1956, en la calle Niuremberg; lugar de tertulias, encuentros políticos culturales, de vino y poesía;  más que casa, como me dijo Amparo: parecía una taberna con tanta gente y tanto  humo como había. Por “aquella plaza pública”, como calificaba el propio Celaya a  su casa; desfilaron, entre otros, Dionisio Ridruejo, Alberto Closas, Enrique Múgica, Martín Santos, Pepe Ortega, Paco Rabal, José Hierro, el grupo de pintores “El Paso”, Ángel  González,  Crespo, Carlos Edmundo de Ory...

      

 Ya, por fin, Gabriel Celaya, junto a Amparo Gastón, su Amparitxu: su verdadero milagro, su mayor éxito, la pareja lograda y, también, su segunda madre porque le había parido como poeta, empieza a vivir, verdaderamente, como confesó él mismo.  Amparitxu, es y ha sido, hasta el último respiro del poeta,  el sostén de Celaya, del por fin, Gabriel Celaya.

 

A pesar de los  múltiples sin sabores que le acarrea los tiempos de posguerra como los años en clandestinidad del partido comunista, la censura, las zancadillas, el dolor del otro que lo siente como propio, su preocupación inquietante por llegar a entender lo incomprensible, lo prohibido,  lo fronterizo por llegar más allá de lo puramente humano intentando alcanzar el pensamiento de un latido que nos llene de vida... Vive, sencillamente vive como lo que es:  poeta de vida y obra, rodeado de amigos  en un  tiempo compartido.

 

       Experimentando con el lenguaje, llega incluso a “rebajarlo”, casi por instinto para hacernos más próximos. Porque este hombre transmite, por ello le es tan esencial el interlocutor en su poesía, sin adornos,  porque existe el mensaje, porque sabe que somos aunque se ponga en duda, porque sin nosotros él se sabe nada y la poesía vacía. Porque ha sabido hurgar en el silencio de muchos que enmudecieron y, sobre todo, porque nunca ha  centrado en un yo su obra... El abanico ha sido más extenso, evitando cualquier resquicio sentencioso, llegando, desde sus principios, a acariciar la magia del mito hasta alcanzar  sus “orígenes”; “arma” literaria  que,  rezuma erudición incluyendo  parte de la copiosa obra precedente que, una vez bien agrupada,  seleccionada y depurada su extensísima producción de los miopes que  aluden a un estado “anímico”, -Poéticosocial-, necesario e importante para con la historia de la literatura, como si hubiese sido el único durante  toda una vida y,  el único sentir del poeta   pese a los variados registros poéticos de sus más de ochenta y tantos libros publicados  sin lugar a dudas, darán cuenta de la realidad  literaria de Gabriel Celaya.  

 

Ellos lo denunciaban:  “ los simplistas que encasillan a Celaya como “poeta social”, ignorando su larga primera etapa que, partiendo del surrealismo francés y de la poesía como una exploración  de lo desconocido, y, pasando por el pan-vitalismo de los años cuarenta, llegan los poemas existenciales que Celaya atribuyó a su heterónimo Juan de Leceta. Nada me parece tan injusto, denuncia Amparo, como desconocer la complejidad y las metamorfosis de un poeta, siempre uno y distinto, que según ha manifestado -Celaya- en muchas ocasiones, entiende que así como un poema no consiste en unos cuantos versos más o menos brillantes que puedan extraerse de un conjunto-poemas, una obra mayor no puede reducirse a unos cuantos poemas extraídos de una larga producción, ya que esos poemas, como los versos de una composición  estructurada sólo adquieren la plenitud de su significado si se toman como partes necesarias de un total”.

      

      Algunos poemas de Celaya en la voz de Paco Ibáñez, contribuirían a una popularidad extraordinaria . Marcó  una época -acentuándose las rejas como poeta social-,  el final de la dictadura  y el principio de la democracia -muerte de Franco-; posteriormente  la legalización del partido comunista, el final del exilio de Alberti, la nueva razón social y cultural del país...   Influiría, sin tener en cuenta los demás registros poéticos del poeta. Es  triste,  a  unos les salva un  buen verso, a otros...

 

   El propio Celaya se ve obligado a definir: “Mi poesía tiene sus etapas muy bien definidas, surrealismo, existencialismo, poesía social y poesía personal”  (romántica, surrealista, simbolista, “social”, órfica: hombre, naturaleza, cosmos). Por otra parte, qué poeta de cualquier época  no ha reflejado en su poesía la etapa que le ha tocado vivir y no, por ello, se le ha  condenado... Es muy probable que la acepción “social”, aplicada a Celaya, sea inoportuna, imprecisa, impropia y, por lo tanto, incorrecta,  debido a la complejidad  que dicho término conlleva y  la multiplicidad de variantes que su concepto acarrea. “Social” no es igual a política, exclusivamente; es posible, incluso, que ni tan siquiera lo sea.  El eminente sociólogo, Salvador Giner, apunta: “Reconocemos que la realidad  social es demasiado rica, diversa, compleja para tales reducciones. Partimos así del sencillo supuesto de que nunca una sola variable agota la explicación de una situación social, ni tampoco la agota un conjunto de variables que pertenezcan a un mismo nivel de la realidad social”. Y añade: “la sociología es una ciencia crítica, adogmática y cumulativa, lo cual significa que tales teorías, descripciones y definiciones tienen un valor relativo” (Sociología, Ed. Peníncula, Bacelona, 1979, pág. 8).

 

Por lo que me atrevo a deducir que, “poeta social”, ya que no vivimos solos,  fueron, serán y somos todos: los antigüos, los de la edad media, el renacimiento, el barroco, el neoclasicismo, los del romanticismo,   modernismo, la generación del 98, la del 27, los de preguerra, la generación del 36, los de posguerra, los garcilasistas, dadaístas, los novísimos, la promoción del 50 o del 60 o los niños de la guerra,   los del 70, de la experiencia,  los del silencio, los de nueva sentimentalidad, postnovísimos, la generación de los ochenta...  De lo que deduzco de mi humilde opinión, la "rubrica" de social aplicado a la poesía de Celaya está fuera de lugar. Es muy cómodo y fácil, colocar  Sanbenitos  sin tener en cuenta las posibles  repercusiones en torno a la persona y, sobre su verdadera obra. Pero repetir lo que otros ya dijeron, sin preocuparse si están en lo cierto o no, es lamentable. Creo que Celaya   tiene derecho a algo más:  un mínimo y verdadero análisis sobre su producción literaria. Es denigrante que los libros de texto  presenten  a un poeta, incompletísimo,  por lo que creo se está cometiendo un desvarío  intelectual, pero reparable;  y la mayor desgracia es que se está induciendo a los jóvenes al error, no tan sólo sobre la verdadera  poesía de Celaya, (escribió, teatro, novela, ensayo...) sino sobre su persona, también; - y repito una vez más- y la  realidad literaria  de un hombre  llamado Gabriel, (lo mismo que el  Manuel, cantado por Serrat)  que  nació en España.
      
         Quiero agradecer desde estas líneas, una vez más, la atención que tuvo, el escritor y profesor Félix Maraña por el envío de los libros: GAVIOTA, Antología Esencial; y ORÍGENES, de Gabriel Celaya, cuando yo aún residía en Madrid.


Félix Maraña, ha sido el responsable absoluto de la magnífica Antología Esencial  y del imprescindible estudio, realizado en el libro GAVIOTA ANTOLOGÍA ESENCIAL (castellano-euskera:Felipe Juaristi, Mikel Lasa, Maite González Esnal y patxi Perurena Editado por Repsol,  San Sebastián, en el 1990, segunda Edición), donde selecciona poemas de treinta y un libros del poeta. “El cual podemos, nos dice Félix Maraña,  considerar el esqueleto esencial de la creación lírica de Celaya” (pág. 11).

 

El propio Gabriel Celaya en la presentación del libro en Madrid, diría, ya recuperado, había estado entre la vida y la muerte en una clínica madrileña, en el mes de febrero,“GAVIOTA es el libro que representa toda mi vida de poeta”. Además Félix Maraña denuncia también la necesidad de una revisión de la obra de Celaya y hace alusión a “la mal denominada poesía social. La poesía así definida -añade-representa una mínima parte del conjunto de la poética de Celaya”.        
Tanto Celaya como Maraña, hicieron hincapié en el carácter didáctico de la Antología Esencial, permítaseme me una para apoyar la necesidad de que GAVIOTA, esté en todos los Centros, al menos de los profesores y estudiantes, para conocer más abiertamente su obra (adentrándose en el mar).

        

      Cuando tuve entre mis manos ORÍGENES (Editado por el servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, con versión en Euskera por: Felipe Juaristi y Josefa Barriola, epílogo y edición de Félix maraña, primera edición, San Sebastilán, 1990), último libro del poeta, quien me refirió en su casa: “Orígenes, es mi próximo libro, lo escribí hace (...), Ese libro si que..., ¡jolín...!”. Me hablaba de su último libro con tantísima ilusión e impaciencia por verlo editado ya, tanta que no podía disimular esa emoción contenida y  orgullosa: de quien se siente realizado con su obra, sin poder evitar esa chispa de los primerizos llena de bondad e inocencia pura que, creo, le caracterizaba.  Una vez  me envía Félix Maraña el libro, en una edición muy bien cuidada y empecé a leerlo,  me descubrí.

 

No voy a hacer comentarios, simplemente, reproduzco al principio de la Gaceta Literaria

Mnemosine, la: CANTATA DE MNEMOSINE, mínima parte de tan espléndido libro, el cual quizás debería figurar en las bibliotecas  más  exigentes, para deleite de sus lectores. Creo que llega un momento en la vida, al igual que en la etapa de cualquier ser humano en la que nos creemos capaces de cambiar el mundo y, otra, en la que el origen, principio de todo comienzo, forman la simbiosis de la sabiduría del verdadero sentir intelectual,  del que se sabe, que ha de tornar al útero  para desentrañarse  imaginado. Encontrar de nuevo el ovillo de Ariadna alargarlo hasta el  cosmos, tornar al origen de la vida, de su Euskadi y llegar a la hora Cero: porque, en definitiva, ha sorbido el infinito y comprueba  “que todos los días son el primer día del mundo, y precisamente por eso, todos y cada uno de ellos es el último” “donde todo está por nacer y aún no es: Paraíso; ¡puro paraíso! Poesía sin más” (Poesía y  Origen, Gabriel Celaya, página, 11).
    

        Además del Premio Centenario de Bécquer, 1936, recibió el Premio de la Crítica en 1957, por el libro de Claro en Claro; el Premio Internacional Libera Stampa, 1963; Pemio Catania (Nápoles) 1968, Premio Taormina (Italia) por su libro Antología traducida al italiano por Mario Pinto; El Atalaya por Versos de Otoño y, el Premio Nacional de las Letras Españolas, en 1986.

 

*“...Ignoro hasta qué punto vives lo que te está pasando ...Y nos da vergüenza. Un poeta español, honra y prez de esto que unos quieren hacernos creer que han convertido en parte de Europa, a los Setenta y nueve años no tiene casi con qué pagar un tratamiento hospitalario. Y nos enteramos de que ha tenido que vender su biblioteca, que es como vender los ojos, el corazón, las manos. Y escuchamos a tu esposa poco menos que mendigando (perdóname, de ti lo tomo; yo escribo claro).
Y al fin, aparece, Deus ex machina de tragedia griega, el Director General de no sé qué cosa, todo plumas de colores, a decir que el asunto ya está arreglado: ya hay dinero para el hospital, para la recuperación, para un ir pasando si sanas, para enterrarte en caso contrario (perdóname, de ti lo tomo: yo escribo claro). ¡Idiota! ¿Y la vergüenza hacer suplicar a uno de nuestros hombres más preclaros? ¿Y la injusticia de tener en la indigencia a quien certifica que somos humanos? ¿Y el  insulto de pavonearse de la ayuda a Rosa Chacel, a Alfonso Grosso, a ti, a unos cuantos?”. (Andrés Pociña, diario “Ideal”, 22 febrero 1990).
        

*“Cuando fue por segunda vez al Ruber no le dejaron entrar porque le dijeron que  cultura que iba a pagar el hospital y no habían pagado. Es vergonzoso esta situación de indigencia en la que ha muerto Celaya.  Alfonso Grosso también clama a los cielos” Camilo José Cela.(noticias TVE. 18 marzo 1991).“
      
         *“...lo han dejado morir con muerte de mendigo doña Matilde, don Felipe, los del Cervantes y la Academia, que nunca le había leído. Le enterraremos en la miseria, como a Blas”. Denunciaba Francisco Umbral desde su columna “los placeres y los días” en el diario El Mundo, 19 abril 1991.

        

        *“...la dignidad y la grandeza extraordinaria del poeta que nos ha abandonado. Su poesía surrealista siempre anhelaba y perseguía la paz. Era amigo mío desde hace medio siglo”. “Me parece un escándalo que a un poeta , cuando llega a los ochenta años, se le abandone y no se le pase una pensión. Yo mismo, Luis Rosales y Alonso Zamora hemos tenido que vender nuestra biblioteca porque no podemos comer. El Estado se olvida de los que ya no podemos escribir”. José Luis Cano, diario ABC, 19 abril 1991.

    

        *“Resulta muy triste el olvido de alguien que ha pasado una vida muy difícil a pesar de haberse entregado a lo social”. Rosa Chacel, diario el Mundo, 19 abril 1991.


·    “Fue uno de los más grandes poetas. Después de la generación nuestra, en edad y en todo, creo que Celaya y Blas de Otero fueron los dos mejores poetas de ese momento”. Rafael Alberti. Cadena Ser, 18 de abril 1991.
    

        *“Los países, los gobiernos no miman a sus artistas y, desgraciadamente, el poeta tiene  que acobardarse ante la vida y  hacer lo que hemos hecho algunos: dedicarnos a otra cosas que me parecen muy honrosas y muy dignas, pero que en todo caso no permite la dedicación total”. Al preguntarle Radio Nacional de España, el 18 de abril 1991, qué como se recordará a Gabriel Celaya, responde: “Hombre honesto, un hombre puro, un hombre que lo dio todo por su vocación, un hombre que escribió queriendo transformar su tiempo y, un hombre que como persona era eso: un hombre íntegro, era el puro entusiasmo, era la cordialidad, era la amistad, era un torrente de vida...”. José Hierro, Radio Nacional de España.
      
      *“...Yo creo que la obra de Gabriel Celaya ocupa un puesto indiscutible en la poesía contemporánea. Además, se marca un tramo muy peculiar, bastante complejo en esa literatura de posguerra. Hay dos Celayas, creo, fundamentalmente el poeta social, que ya está prácticamente olvidado y el poeta intimista, culto,  que es el mejor y el más desconocido”.   José María Caballero Bonald, Radio Nacional de España, 18 abril 1991.
          
         “Estamos en conversaciones con el Ministerio de Trabajo y la Asociación Colegial de Escritores para que los escritores tengan Pensión y seguridad social”. Jesús Moreno,  Director del Centro de las Letras Españolas en 1990, una vez hecho pública la situación de Gabriel Celaya, por su esposa. Y esa era la declaración con la que correspondía  a Joaquín Arnaiz, del diario 16.
Se habló de la próxima ley de personas no contributivas, de la creación de un fondo social para los escritores,  como las que fueron para María Zambrano, Rosa Chacel, y Consuelo Vergés, pero que prefieren no dar la lista de los necesitados por delicadeza a su personas, manifestaba.

 

En definitiva, se estaba hablando de parches de urgencia y de limosnas. Es denigrante. Si no lloras no mamas (para sopas), esa es la realidad aún vigente a pesar del tiempo transcurrido; y lo más triste es que estamos hablando de personas que enriquecen con sus legados el avance cultural de un país... De escritores que una vez  transcurridos los 70 años después de la muerte del escritor, su obra  pasa a ser patrimonio cultural; donde los únicos derechohabientes somos todos los españoles y no españoles: las editoriales, el Estado... Y los familiares impotentes de por vida al ver como se difunde la obra del difunto sin los correspondientes y ridículos derechos de autor, que según la Ley de Propiedad  Intelectual ...ya no les corresponden. Sin embargo, como muy bien manifestaron otros, las discográficas, las obras pictóricas, los terrenos, las casas... Pues como es lógico no pasan a ser patrimonio Cultural y están remunerados y tienen propietarios y herederos de por vida (de creación o de adquisición).

 

Es muy triste que la interminable lista desde la antigüedad (recuérdese a Homero, Cervantes...), todos los escritores tengamos que tragar tantas humillaciones, sinsabores y tener que mendigar un cacho de pan. Es lamentable, que al fallecido Premio Novel, Camilo José Cela, se le tuviera que conceder antes el Novel para que se le otorgara el merecido Premio Cervantes con posterioridad. Y encima te tengas que callar... Porque resulta que si dices lo que piensas de la mejor manera posible, porque te afecta, porque te están negando tus derechos elementales, porque te crees con derecho a la vida... te apuntan en el libro negro, y despídete de premios, que no siempre va en concordancia con las obras, e incluso, olvídate de que estás vivo.. En resumen, si no entras por el aro, despídete del uso de las instalaciones  que en definitiva fueron construidas para fines culturales, es decir para ti; de la publicación, promoción, difusión y divulgación de tus obras.... La teoría está muy bien, pero sin lugar a dudas algo tremendamente duro viene fallando desde tiempo inmemoriales: el derecho, en este caso en concreto, de los escritores, de los poetas. Ya esta bien de tantas muertes silenciadas por entre los anales del tiempo. Basta ya de tantísimas  injusticias derramadas sobre los poetas. Porque somos personas y no el último invento del zoológico. Porque el Derecho también debe formar parte nuestra. Porque no tiene sentido nada de lo que viene sucediendo. Porque es tremendo tener que hacer público las vergüenzas de éste país como si fueran nuestras. Porque cabalgamos sobre una utopía soñando que las puertas están siempre abiertas.  
    
          Recordar la tristeza de un poeta, no es nada agradable. Os lo aseguro. Pero callar todo lo comentado, sería absurdo,  irracional e injusto. Aunque, quizás sí lo más prudente: por lo del “Libro Negro”, ...claro.
      
     Creo que una gran parte se podría paliar, si fuésemos los escritores, músicos, pintores, poetas... los que ocupásemos un puesto a jornada continua en el “gabinete de prensa”, en delegaciones,  casas de la cultura... y otros similares, por derecho; si fuésemos, como digo  los  responsables: la realidad no  iría  en detrimento de la cultura. Sin lugar a dudas, dejaríamos de ser  marionetas en manos de quienes mueven los hilos de un destino que no les corresponde y sobre el que, al parecer, tienen todos los derechos llegándose a degradar la dignidad de las personas. Y, para concluir, es muy lamentable que tanto Sindicatos como otras Asociaciones de Escritores permitan tantas barbaridades mientras se reparten “premios” para mantener: SILENCIO.
    

                  Hay una frase de Celaya  cuyo contenido es muy significativo y aún me conmueve:

                                      

                                                  “Envejecer es peor que morir”.
      
Gabriel Celaya, murió el día 18 de marzo de 1991, día en el que cumplía ochenta años. Su Amparitxu nos confirmó que al final tuvo una muerte dulce: “estaba convencido que viajaba en un tren y preguntaba:
                                                                  

                                                             -¿Cuándo llegamos?”
                                                                                                                                            

                                                                                           copyright del autor: José Santiago

 

 

 

CELAYA, EL SUFRIMIENTO DE UN POETA, publicado en la gaceta Literaria Mnemosine depósito legal: GR451/1986-,  segunda etapa número 9/1 correspondiente a la publicación del mes de junio 2002 - págs: 20 al  31, acompañado de fotos de Gabriel Celaya en su Casa de Madrid y el autor del presente trabajo: brindando ambos por la poesía.-

 

 

 

José Santiago y Rafael Alberti

Foto realizada en la casa del Premio Cervantes  Rafael Alberti por la Musa del poeta

José Santiago * Madrid * Década de los ochenta *

* Todos los DEREHOS RESERVADOS *

Alberti... Señor de rostro gigante... Cuerpo grande... voz no de mar ...mirada casi distante... Hombre... pintor... Poeta tal vez de vuelo equivocado...  Paloma  cual gaviota en el asfalto  ...Se equivocó la paloma

 

Era el año 1986 cuando por primera vez dibuja una paloma sobre la Gaceta Literaria a modo de dedicatoria. Al cabo de los dos años me pasa con el pintor Manuel Rivera: “Diálogo entre Venus y Príapo”, publicada en la Gaceta Literaria número siete, de la Agrupación de Jóvenes Poetas. De seguido me pide fuera su secretario: con tal sueldo alojamiento y sustento. Rechacé  sin dudarlo. No debía aceptarlo para seguir amantándome de lo inédito, consideré. Se ofendió. Fui a visitarle. Esta vez dibuja una paloma estampándola en el libro de Maria Teresa León: “Memoria de la Melancolía” que le pongo sobre la mesa. Noto pasar un velero que apenas mueve el viento de su mirada. Aprieto su mano notando otras manos... y poetas de un tiempo...

“¿Qué quieres? ¿Qué quieres?”; inquiría. Estrechar sus manos ...simplemente, le dije.

 

Te voy a enviar un poema caligrafiado para que lo publiques, dijo mientras nos  despedíamos.  Al poco tiempo se casaba con su nueva mujer ...a quien doblaba en edad.

RAFAEL ALBERTI

Entre el clavel y la espada (1941)

“Se equivocó la paloma”

 

Se equivocó la paloma.

Se equivocaba.

 

Por ir al norte, fue al sur.

Creyó que el trigo era agua.

Se equivocaba.

 

Creyó que el mar era el cielo;

que la noche, la mañana.

Se equivocaba.

 

Que las estrellas, rocío;

que la calor; la nevada.

Se equivocaba.

 

Que tu falda era tu blusa;

que tu corazón, su casa.

Se equivocaba.

 

(Ella se durmió en la orilla.

Tú, en la cumbre de una rama.)

MANUEL ALVAR Y JOSÉ SANTIAGO

PREPARANDO PÁGINAS, DISCULPEN LAS MOLESTIAS -GRACIAS POR SU VISITA-

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